Una historia

Es algo que escribí hace tiempo. Espero que os guste... porque a mí no xDD

Es una historia para rellenar el hueco que he dejado estos días sin escribir... pero es que no sé que poner. Perdonadme.

MÁS ALLÁ...

Los sentimientos superarán la razón y no serán capaces de ocultarlo por mucho tiempo. Pero esto no traerá nada bueno. Solo lágrimas de la persona a la que tanto ama y sufrimiento de ella misma…

Me sentí impotente al mirarla, ahí estaba ella, tumbada, con golpes en todas partes, sangraba… estaba inconsciente.

Y yo estaba a su lado, atada de pies y manos, sin poder moverme. Mis lágrimas descendían por mis mejillas al no poder hacer nada por ayudarla, a quien tanto amaba. Y él, de pie delante de nosotras, con los ojos muy abiertos, reía…

Lloraba demasiado, no sabía qué hacer, él me acorraló contra la pared con una mano apretando mi cuello. Casi sin poder respirar intenté gritar lo más fuerte que pude, pero nadie me escuchó, absolutamente nadie, todos miraban a otro lado y pasaban de largo.

No podía seguir así, me trataba fatal, si me veía con algún amigo mío me pegaba, tenía que pedirle permiso para salir con mis amigas, no me daba libertad.

Ese mismo día corté con él y casi me mata.

Me dejó tirada en el suelo y se marchó gritando e insultándome. Me dolía todo el cuerpo, no me podía mover, pedía ayuda y nadie se acercaba, hasta que un hombre preguntó qué me había pasado y llamó a una ambulancia.

Me desperté en el hospital. El médico dijo que tenía dos costillas rotas y el tobillo lastimado. Me dolía todo el cuerpo y no me podía mover.

Mis padres estaban muy preocupados y me dijeron que habían detenido a mi ex novio y que se quedaría un tiempo en la cárcel.

Me alivié un poco, aunque temía su salida. ¿Qué pasaría, se volvería a repetir esa misma escena?

No podía dormir bien, cada vez que cerraba los ojos me venía de nuevo ese momento a la mente. Su mirada de odio y cada golpe que me daba.

Me despertó un ruido. Al abrir los ojos vi que las enfermeras ponían en la cama de al lado a otra chica. Pregunté a las enfermeras qué le había pasado pero no me dijeron nada.

Al día siguiente me acerqué a la cama de mi nueva compañera de habitación, Karen. Tenía curiosidad por saber qué le había pasado y vi que tenía unas marcas de cortes en las muñecas. Se había intentado suicidar. No sabía cuál era su situación para que hubiera intentado hacer eso, pero tendría que ser algo muy importante, si quería quitarse la vida.

Pasaron los días y cada vez nos hacíamos más amigas, yo intentaba que me contara lo que le sucedió pero era imposible.

A la mañana siguiente, al volver de dar un paseo, la encontré llorando y una chica salía del cuarto. Estaba demasiado triste para mentir y me contó toda la verdad.

Era su novia, lo habían dejado. Intenté tranquilizarla, y me contó todo lo que había sufrido hasta ahora. Sus padres ya no la consideraban como una hija, la insultaban y sus amigos la dejaron de lado, por eso se intentó suicidar. Le dije que todo el mundo no pensaba así y que yo la apoyaba en lo que hiciera falta. A partir de ese momento nos hicimos las mejores amigas.

Al cabo del tiempo nos dieron a las dos el alta y salimos muchas veces, todos los fines de semana. Nuestra amistad iba a más y empecé a sentir algo por ella, no sabía lo que era, pero no me quería separar de ella.

Salimos un sábado y fue cuando le conté todo lo que sentía por ella. Correspondiendo a mis sentimientos, la abracé. En ese momento apareció mi ex novio, que lo vio todo. Había salido de la cárcel y estaba lleno de odio, y nos dijo que le daba asco todo aquello y nos empezó a insultar.

Se acercó a nosotras lleno de ira y empezó a golpearnos. A partir de ahí no recuerdo nada, me quedé inconsciente.

Al despertarme me encontré atada sin poder moverme, ella estaba a mi lado inconsciente y él delante de nosotras con un cuchillo en las manos. Estábamos en su casa.

No podía gritar, tenía la boca tapada con un pañuelo. Intenté desatarme como pude, lo conseguí e intenté que él no se diera cuenta. Me acordé que tenía un móvil en el bolsillo, lo saqué con cuidado, marqué el número de la policía y lo dejé descolgado. Intenté hablar con él para obtener información y dar la dirección donde estábamos, pero se dio cuenta de todo, rompió el móvil, se abalanzó hacia mí y me acuchilló en el estómago. Me encogí del dolor y mis lágrimas empezaron a salir sin parar, pero no estaba preocupada por mí, sino por Karen, que no se despertaba. Más importante que mi vida era ella y quería que se salvara.

Aunque estaba sin fuerzas y desangrándome, me levanté como pude y le empujé con todas mis fuerzas golpeándole en la cabeza contra la pared. No se movía.

Busqué por toda la habitación un teléfono, lo que fuera, para llamar a la policía. Encontré el teléfono entre papeles, lo descolgué y marqué el número.

Al poco rato vino la policía.

Mientras nos llevaban a la ambulancia a Karen y a mí, vi cómo lo metían en el coche-patrulla. Esta vez estaría mucho más tiempo y me alegré tanto que se me escaparon unas lágrimas de felicidad. Me puse más feliz al saber que ella estaba bien. Estaba consciente y sentada a mi lado agarrándome de la mano y diciéndome que no debía haber sido tan temeraria. Le expliqué que no importaba arriesgar mi vida si podía salvarla y que lo hubiera hecho tantas veces como hiciera falta. El no poder tenerla y seguir viviendo sin ella hubiera sido más doloroso que arriesgar mi propia vida, aunque supiera que ella estaría a salvo.

Me recuperé al poco tiempo y, agarradas de las manos, salimos del hospital. Y ahora me enfrentaba a otro problema, mis padres, mi familia y mis amigos, pero no me podía echar atrás, había conseguido tanto que no podía tirarlo todo por la borda. Si todos me dejaban de lado por lo menos la tendría a ella para seguir adelante.

Pero esto ya es otra historia.